domingo, 15 de mayo de 2016

Nueva vida para los residuos de la huerta almeriense en forma de envases y superalimentos

Seis empresas y cuatro centros tecnológicos han puesto en marcha el proyecto BIOVEGE

Seis empresas y cuatro centros tecnológicos han puesto en marcha el proyecto BIOVEGE. Subvencionado por CDTI a través del programa Innterconecta y apoyado por el Ministerio de Economía y Competitividad, el proyecto pretende dar salida a las enormes cantidades de residuos hortofrutícolas que genera la huerta de Andalucía en forma de productos de alto valor añadido como envases sostenibles con propiedades mejoradas, y aditivos o conservantes para la preparación de alimentos saludables.

Anualmente, en Andalucía se producen unas 500.000 toneladas de subproductos hortícolas que no tienen demanda en forma de compost, biogás ni piensos, de forma que su destino es mayoritariamente el vertedero.

Para dar una segunda vida a estos desechos en forma de productos de alto valor añadido, el proyecto en el que AIMPLAS participa como coordinador técnico propone dos vías de valorización: la extracción de compuestos alimenticios para obtener conservantes alimentarios e ingredientes bioactivos, y la hidrolización de los residuos para obtener alcoholes a partir de sus azúcares que permitan mejorar los bioplásticos existentes para su utilización como envase de los propios productos hortofrutícolas.

Liderado por Alhóndiga La Unión, en el proyecto participan también otras cinco empresas como Torres Morente, Domca, Neol, Ecoplas y Morera y Vallejo, así como AIMPLAS y otros tres centros de investigación como son Tecnalia, Cidaf y Las Palmillas Fundación Cajamar.

Cada uno de los socios aportará su conocimiento en una fase del proyecto.

Desde la valorización de los residuos hasta la elaboración y validación de los nuevos envases e ingredientes bioactivos.

Recubrimientos comestibles y superalimentos
En el caso de los conservantes e ingredientes, el proyecto aporta una ventaja competitiva respecto a los productos que existen actualmente en el mercado en cuanto a su coste.

Los ingredientes bioactivos tienen un elevado precio, pero su obtención a partir de residuos sin un valor en el mercado resolvería este inconveniente.

El proyecto BIOVEGE prevé el desarrollo de conservantes naturales en forma de recubrimientos comestibles así como la extracción de ingredientes bioactivos en forma de emulsiones hidrofóbica y lipofílica en microcápsulas que permitan al organismo asimilarlos con mayor facilidad.

Envases sostenibles mejorados para hortofrutícolas

Por otra parte, BIOVEGE permitirá obtener nuevos alcoholes grasos a partir de los azúcares que contienen los residuos de alimentos como el melón, la sandía, el pepino, el pimiento y el calabacín.

Con ellos se espera obtener nuevos grados de biopoliésteres plastificados que permitan elaborar mallas y films para envases retráctiles destinados a la conservación y envasado de los propios productos hortofrutícolas, en línea con las políticas de economía circular de la Unión Europea.

Para más información:
www.aimplas.es
quimicaysociedad.org

viernes, 6 de mayo de 2016

Nueva estrategia de biocontrol en cultivos


Sebastián Stenglein y María Moreno. 
Foto: gentileza investigadores

La producción hormonal de la bacteria Pseudomonas fluorescens protege a las plantas de la acción de organismos patógenos.

Investigadores del CONICET participaron de un estudio que muestra que la producción de la hormona citoquinina por parte de la bacteria Pseudomonas fluorescens tiene la capacidad de proteger a la planta del daño causado por otra bacteria, Pseudomonas syringae, un microorganismo patógeno comúnmente utilizado como modelo.

Este estudio permite pensar una nueva forma de biocontrol o control biológico frente a algún estrés, que es el deterioro de los cultivos producido por factores bióticos –organismos vivos- y abióticos –componentes sin vida que determinan el espacio físico- que los rodean.

Las causas de estrés abiótico pueden ser, por ejemplo, la falta de luz y de agua, las temperaturas extremas o la contaminación atmosférica; el estrés biótico se debe comúnmente o la competencia con otras plantas o a la acción de patógenos como pueden ser los virus o algunos microorganismos como hongos y bacterias.

“Lo interesante de esta investigación es que si bien se mantiene dentro del ámbito de la ciencia básica tiene potenciales aplicaciones en el campo de la agricultura al proveer un nuevo concepto en lo que es biocontrol, dado que permite mediante la infiltración o rozamiento con bacterias benéficas proteger a los cultivos contra patógenos, sin contaminar el ambiente con pesticidas químicos”, opina Sebastián Stenglein, investigador independiente del CONICET en el Laboratorio de Biología Funcional y Biotecnología (BIOLAB).

Stenglein es uno de los tres argentinos que participaron del proyecto que se realizó principalmente en la Universidad de Graz, en Austria.

Las otras argentinas son María Virginia Moreno, investigadora adjunta del CONICET en el mismo laboratorio que Stenglein e Inés García de Salamone, quien trabaja en la Facultad de Agronomía de la UBA.

Los resultados de la investigación fueron recientemente publicados en un artículo aparecido en Scientific Reports.

Las plantas conviven naturalmente tanto con organismos benéficos, que promueven su crecimiento y desarrollo, como con patógenos, que pueden reducir su productividad y afectar sus funciones fisiológicas hasta llegar incluso a producir su muerte.

“Frente a los ataques infecciosos las plantas producen, a modo de resistencia, una serie de hormonas entre las que se destacan el etileno, el ácido jasmónico y el ácido salicílico, que las protegen contra los patógenos necrotróficos –que matan a las células y se alimentan de ellas- y biotróficos, que son aquellos que se alimentan únicamente de células vivas, y por eso causan menos daño que los primeros”, explica Stenglein.

Más allá de estas tres fitohormonas –hormonas producidas por las plantas-hay otras que también cumplen funciones importantes, como las citoquininas, que además de favorecer el desarrollo de las plantas las protegen de los patógenos hemibiotróficos -como P. syringae– que son aquellos que en la etapa inicial de la infección mantienen a las células vivas pero las matan una vez avanzada.

“P. syringae puede afectar diferentes cultivos, como el tabaco, el tomate, la cebolla o la papa.

En Arabidopsis, planta utilizada como modelo en el estudio realizado, los síntomas van desde la clorosis –que es cuando la hoja se pone amarillenta- a la necrosis, que es la muerte de células y tejidos”, cuenta el investigador.

Si bien los investigadores ya sabían que la P. fluorescens era una bacteria benéfica y que la citoquininas producidas por las plantas las protegían contra patógenos hemibiotróficos, no sabían a ciencia cierta si la generación de esta hormona por parte de aquella bacteria también podía bridar resistencia a la planta.

Los experimentos realizados probaron que aquellas plantas infiltradas con P. fluorescens sufrían un daño menor al ser inoculadas con P. syringae y corroboraron que el mecanismo defensivo activado por la bacteria está vinculado con la producción de citoquininas.

“Lo primero que hicimos fue comprobar que las hojas de la plantas que habían sido tratadas con P. fluorescens mostraban menores síntomas de clorosis y necrosis tras ser inoculadas con P. syringae que las de aquellas que no habían sido infiltradas con la bacteria.

Luego infiltramos a Arabidopsis con cepas de P. fluorescens mutantes de citoquinina –que generan una concentración mucho menor de esta hormona- y, por otro lado, simplemente aplicamos citoquininas artificialmente en la planta.

Mientras en el primer caso se comprobó que no se neutralizaban los síntomas patológicos, en el segundo se pudo verificar que sí”, relata el investigador.

Por último, los investigadores quisieron ver si la acción protectora de las citoquininas necesitaba de la interacción con alguna fitohormona y llegaron a la conclusión de que, efectivamente, su capacidad de brindar resistencia al cultivo dependía en buena forma de la producción de ácido salicílico por parte de la planta.

“Nuevamente, para confirmar estos resultados, tuvimos que realizar una larga serie de experimentos en los cuales se trabajó fundamentalmente con diferentes tipos de mutantes de Arabidopsis, es decir, tipos de la planta con baja producción de distintas hormonas.

Así, pudimos comprobar que el éxito de las citoquininas de P. fluorescens para generar resistencia al estrés causado por el patógeno está vinculado mayormente a la capacidad de la planta de producir ácido salicílico y no otras fitohormonas.

Las citoquininas y el acido salicílico actúan sinérgicamente –o sea, de manera combinada- para proteger el cultivo”, sintetiza Stenglein.

Sebastián Stenglein es investigador independiente del CONICET en el Laboratorio de Biología Funcional y Biotecnología (BIOLAB) de la Facultad de Agronomia de Azul (UNCPBA), vinculado al Instituto de Investigaciones en Biodiversidad y Biotecnología (INBIOTEC, CONICET).

Para acceder al artículo haga click en el enlace

Por Miguel Faigón
Sobre investigación:
Dominik K. Großkinsky. University of Copenhagen y University of Graz.
Richard Tafner. University of Graz.
María V. Moreno. Investigadora adjunta. Univesrsiy of Graz y BIOLAB-
Sebastián. A. Stenglein. Investigador independiente. University of Graz y BIOLAB.
Inés E. García de Salamone. Facultad de Agronomía (UBA).
Louise M. Nelson. University of British Columbia Okanagan Campus.
Ondrej Novák. Palacký Unoversity.
Mrioslav Strnad. Palacký Unoversity.
Eric van der Graff. University of Copenhagen y University of Graz.
Thomas Roitsch. University of Copenhagen y University of Graz

conicet.gov.ar



Barañao firmó acuerdo con la Universidad La Sapienza de Roma

Barañao firmó acuerdo con la Universidad La Sapienza de Roma

El ministro de Ciencia, Dr. Lino Brañao, firmando el memorando de entendimiento con Eugenio Gaudio, rector de la Universidad La Sapienza de Roma.

En el marco de la misión oficial a Italia, el Ministro de Ciencia además se reunió con funcionarios y referentes del ámbito educativo, científico e industrial.

La gira continuará en Estados Unidos.

El ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva, Dr. Lino Barañao, visitó la ciudad de Roma, Italia, en el marco de la misión oficial que comenzó el 4 de mayo pasado en dicho país y se extenderá hasta el 13 del corriente mes en California, Estados Unidos.

Durante su visita, el Ministro selló un memorando de entendimiento con el rector de la Universidad La Sapienza de Roma, Eugenio Gaudio, con la finalidad de promover entre el Ministerio de Ciencia y la institución italiana la formación de recursos humanos y el desarrollo de proyectos interdisciplinarios, especialmente con el Centro Internacional de Diseño del Conocimiento “Tomás Maldonado”, ubicado en el Polo Científico Tecnológico.

A lo largo de su estadía, Barañao además mantuvo distintos encuentros con referentes en ciencia y tecnología de Italia.

Barañao firmó acuerdo con la Universidad La Sapienza de Roma

Barañao junto a la ministra de Educación, Stefania Giannini.

Uno de ellos fue con su par de Educación, Stefania Giannini, con quien analizó la cooperación bilateral desarrollada hasta el momento.

Ambos ministerios destacaron la fuerte colaboración existente y la importancia que reviste para los dos países el estudio del mar.

Asimismo, la reunión con el presidente de la  Confederación General de la Industria Italiana (COFINDUSTRIA), Giorgio Squinzi, fue la primera luego del acuerdo sellado el pasado mes de marzo.

En este encuentro las partes acordaron trabajar en energías renovables, maquinaria agrícola, alimentos y trasporte.

El Ministro también se entrevistó con el presidente del Consejo Nacional de Investigación (CNR), Massimo Inguscio, con el que acordó trabajar en áreas de bioeconomía, así como también realizar un workshop en ciencias del mar en el marco del acuerdo suscripto en 2014.

Barañao firmó acuerdo con la Universidad La Sapienza de Roma

Barañao junto al presidente del Consejo Nacional de Investigación (CNR), Massimo Inguscio.

La gira concluyó con una reunión con miembros de la Red de Científicos Argentinos en Italia (RCAI) del Programa RAICES (Red de Argentinos Investigadores y Científicos en el Exterior) que tiene como objetivo promover la repatriación y la vinculación de científicos argentinos que residen fuera del país.

El coordinador de la RCAI, Dr. Maximiliano Romero, repasó el trabajo realizado por la red y comentó el proyecto en el cual se encuentran trabajando, donde científicos argentinos que residen en Italia y trabajan en distintas especialidades puedan trabajar de manera interdisciplinaria.

Barañao firmó acuerdo con la Universidad La Sapienza de Roma

Barañao junto a la Red de Científicos Argentinos en Italia (RCAI).

La misión oficial se extenderá hasta el 13 de mayo en California, Estados Unidos.

Allí, Barañao tiene pautado visitar empresas y universidades líderes en investigación y contactarse con industrias innovadoras en tecnologías de la información y comunicaciones (TIC), biomedicina, infraestructura, industrias culturales y creativas, y energías renovables.